Históricamente las mujeres han jugado un papel clave en los procesos revolucionarios. Sin distinción de edad o nacionalidad, siempre muestran su capacidad de implementar cambios positivos desde lo personal hasta lo colectivo en la sociedad. Se destacan por su fuerza y garra ante la adversidad y el empuje que tienen para seguir adelante y superar todas las circunstancias negativas en un acto de resiliencia.

Las mujeres nicaragüenses no han sido la excepción a este tipo de reconocimiento. Muchas mujeres han sido parte de la historia de cambio, tomando como punto de partida el escenario sociopolítico de Nicaragua en el año 2018. El estallido de abril desencadenó una persecución brutal, privación arbitraria de la libertad, violaciones continuas a los derechos humanos, acoso, violencia psicológica, sexual y patrimonial, ejecutado por el gobierno de Ortega y Murillo a un sin número de mujeres, desatando una alta tasa de desplazamiento forzado de niñas, adolescentes, y mujeres en condición total de vulnerabilidad.

Si bien es cierto que las migraciones y el desplazamiento forzado son constantes en la región, los escenarios de pobreza extrema y violencia refuerzan la decisión de marcharse de su tierra natal, huyendo a un destino desconocido, para salvar su vida y las de sus familias en el caso de las madres o mujeres que son proveedoras en su hogar. Y en el transcurso de la adaptación en el país de destino donde se encuentran costumbres, códigos de comunicación, estructuras sociales, económicas y políticas diferentes, se identifican muchas necesidades.

Desde la Red de Mujeres Pinoleras, identificamos necesidades principales relacionadas a la sanación emocional, porque el salir de nuestro país no ha sido una elección, ha sido una respuesta ante un contexto represivo, y hemos visto las afectaciones emocionales que esto ha tenido en nuestras vidas, en las vidas de nuestras familias, y necesitábamos retornar a nuestra esencia y descubrir la nueva esencia que se va construyendo día a día en el exilio. En este contexto, hemos necesitado acuerparnos emocionalmente, escucharnos, aconsejarnos, reconocernos y reconstruirnos, para así formar una red feminista y solidaria.

Una necesidad básica ha sido mejorar las condiciones económicas, y tener una vida digna. Es por ello que las mujeres han generado acciones de emprendimiento, individual y colectivo, fortaleciendo la capacidad de autosostenibilidad e independencia económica.

En estas condiciones, hemos podido fortalecer las voces de las mujeres para una mejor participación, y así garantizar el acceso a los derechos fundamentales en la comunidad receptora.

La Red de Mujeres Pinoleras nace en 2020 de esa identificación de vulnerabilidades y necesidades colectivas ante la búsqueda de salir adelante a través de la sororidad, implementando un enfoque feminista inclusivo, fomentando a la vez, la unión de las mujeres para trabajar de forma digna a través de emprendimientos auto gestionados.

Desde ese año, se trabaja en el empoderamiento colectivo de todas las integrantes, llevando procesos psicosociales, formativos y de incidencia, con más de 30 participantes y un año de experiencia que resisten a través del acuerpamiento entre “miembras”. Cabe mencionar que dentro de las integrantes hay otras nacionalidades como salvadoreñas y argentinas.

De la mano a la autogestión proyectada a la sostenibilidad de la vida, juntas somos más fuertes, desarrollando acciones como activistas y defensoras de derechos humanos, fomentando la economía feminista, ecológica y solidaria. Para ello, se fundó la Feria Pinolera, donde todas las integrantes de la Red y organizaciones aliadas participan en un mismo espacio tanto de incidencia como de autogestión y emprendedurismo.

Cada feria implica aproximadamente un mes de preparación ya que se necesita activar las alianzas, preparar la logística, la publicidad, y contactar a medios para que nos ayuden a divulgar la actividad. Por otro lado, hay que organizar la logística de los materiales como sillas, mesas, toldos, que muchas veces son prestados por organizaciones amigas, y el contacto con la red de artistas que nos acompañan con sus dotes artísticos.

Cada mujer feriante se prepara con anticipación. No todas tienen un capital semilla y en eso hemos intentado fortalecernos entre nosotras mismas ya que sin capital no hay venta. Para ello, acudimos a las redes cercanas que puedan hacer un préstamo, permitiendo a que cada mujer pueda llegar a la feria con sus productos, con lo que algunas han aprendido a hacer en el exilio desde artesanías, manualidades y gastronomía de nuestra tierra.

Los días previos recurrimos al trueque, la práctica que antes teníamos entre quienes fundamos la Red, intercambiando cosas de interés, papel de colores, bolsitas para jugos, telas, manteles, y cualquier elemento que sea de utilidad para que el día de la feria nuestros productos y los espacios que ocupamos sean agradables para nosotras y para quienes vienen a visitarnos.

Un día antes, se hace la instalación de la infraestructura de la feria, la limpieza de los espacios, el montaje de toldos, y los carteles. Al día siguiente las mujeres llegan desde las 6:30 de la mañana a instalar su propio espacio y ordenar sus productos.

Mucha gente llega desde temprano a desayunar café con nacatamal como se hace en Nicaragua, y así pasa el día hasta las 5 de la tarde, que ya empezamos a cerrar y desmontar todo. Esperando a que la última mujer participante se vaya y llegue bien a casa.

Ya con siete ediciones, la Feria Pinolera se ha convertido en una de las actividades más esperadas, tanto por las emprendedoras como para las personas del público visitante, ya que también es un espacio donde se hace memoria colectiva, se dignifica la esencia de nuestras raíces, se recogen los sabores de nuestras “ancestras” a través de la gastronomía y el olor a infancia en los dulces. Permite que cada mujer que resiste y persiste sienta que tiene un pedacito de su casa con ella.

La Red ha buscado que las mujeres puedan formarse en muchos temas para que se fortalezca la resistencia de las féminas exiliadas. En esta búsqueda, hemos contado con aliadas valiosas como Claudia Vargas de la Fundación Arias, que a través del trabajo que realiza, nos ha impulsado en diferentes iniciativas, entre otras compañeras que nos ayudan en diversos temas, desde asesoría legal, fotografías, acuerpamiento y difusión de nuestras actividades.

Nos hemos fortalecido también a través de alianzas con mujeres de otros espacios, como la Red de Mujeres de Matagalpa, el Movimiento Feminista de Nicaragua, Las Venancias, Las Malcriadas, Las Rojas, Volcánicas, Cenderos, Fundación Mujer y activistas independientes costarricenses y nicaragüenses que nos acompañan en acciones legales, psicosociales, y movilizaciones. Todo con el fin de reivindicar nuestros derechos en la amplia diversidad de la Red de Mujeres Pinoleras.

También, esta Red se ha creado con éxito por el arduo esfuerzo que cada integrante ofrece. Cada una desde sus capacidades aporta de una manera increíble para que los esfuerzos den como resultados actividades exitosas para la comunidad nicaragüense y también de otras nacionalidades que nos acompañan y acuerpan.

La diversidad y multiculturalidad que cada mujer ofrece, es el secreto para seguir firmes y dignas ante un sistema machista que nos obliga a desplazarnos de nuestros territorios, que nos obliga a acomodarnos a su sistema donde las mujeres son más “débiles”, pero juntas, hemos aprendido que somos más fuertes que un volcán.

“La emancipación de las mujeres empieza por tener independencia económica.” Simone de Beauvoir.

Red de Mujeres Pinoleras

[Fotografía: Fransk Martínez]

Este artículo es parte de la revista de PBI Nicaragua en Costa Rica “Voces nicaragüenses en resistencia”, un proyecto que une distintas voces del exilio nicaragüense en Costa Rica. Se trata de un homenaje a las organizaciones y colectivos nicaragüenses que, desde el exilio, trabajan continuamente en la defensa de los derechos humanos, reuniendo las voces y los testimonios de quienes promueven esta labor a través de la acción no violenta y bajo una cultura de paz.