Miles de campesinos nicaragüenses han salido al exilio, familias enteras han tenido que buscar en Costa Rica un espacio seguro para vivir, su capacidad de movilizar y liderar procesos sociales en Nicaragua ha significado perder de alguna manera la identidad con el territorio.

La vida de las personas campesinas nicaragüenses está en estrecha relación con el trabajo de la tierra, con el cuido de la misma, sus minerales y sus recursos. Antes del 2013 sus vidas eran diferentes, sus acciones giraban alrededor de la siembra y de la cosecha. Pero ese año marcó el inicio de la estructuración del Movimiento Campesino con pie seguro para oponerse a la Ley 840 o “Ley canalera”, que pretendía socavar la autonomía e integridad de las personas campesinas. A partir de ese momento pasaron varios años de represión, y persecución. Ya en el 2018, año en el que inició la insurrección cívica de la ciudadanía nicaragüense, llevando a miles de personas, incluidas campesinas, a salir a las calles y a recorrer el país hacia las grandes ciudades para sumarse a las protestas en contra de las reformas a la seguridad social y de la escalada de actos de violencia contra las juventudes estudiantiles.

Desde el Movimiento Campesino se llevó a cabo la organización de manifestaciones cívicas en Nueva Segovia y sus alrededores, así como la llegada a Managua de miles de campesinas y campesinos para sumarse a las manifestaciones y apoyar a las juventudes. Es un hecho notorio que en aquel momento, Nicaragua entró en una espiral de violencia que se experimenta hasta hoy en día.

Alternativas de resistencia

Al igual que los diferentes sectores, las y los campesinos exiliados han visto desafíos innumerables en el exilio, sobre todo la separación con la tierra les ha quitado su estrategia natural de subsistencia y se han dado diferentes alternativas para seguir defendiendo los derechos de la tierra, el territorio y sobre todo los derechos por Nicaragua. Entre las diferentes iniciativas encontramos a Francisca Ramírez Torres, conocida como “Chica”, una líder campesina nicaragüense, nativa del municipio La Fonseca, departamento de Nueva Guinea. El 25 de septiembre del año 2018, tuvo que exiliarse en Costa Rica, junto con mucha gente, huyendo de la represión del Gobierno nicaragüense, a la vecina Costa Rica. Estaba siendo criminalizada por su labor de defensora de los derechos de la comunidad campesina y por su liderazgo dentro del Movimiento Campesino.

“Decidir ser persona defensora de derechos humanos muchas veces no está planificado, pero cuando tomas conciencia social, con tantas desigualdades e injusticias a tu alrededor, se despierta un compromiso que te impulsa a alzar tu voz para visibilizar la realidad que afecta a tu pueblo” (Francisca Ramírez).

Francisca recuerda: “Jamás imaginé que íbamos a salir desplazados cuando ya teníamos cinco años de luchar por no salir desplazados forzosamente”. Fue muy triste tomar la decisión de salir al exilio cuando no lo teníamos planeado. Afortunadamente, recibí mucha solidaridad de organizaciones de derechos humanos que estaban pendientes de mi seguridad y me recibieron cuando logré cruzar la frontera”.

Al llegar a Costa Rica, el movimiento campesino tenía la intención de permanecer tres meses, mientras se articulaban , y regresar a Nicaragua para seguir demandando justicia, democracia, y libertad, a través de la toma de calle mediante manifestaciones cívicas. Pero la posibilidad de un pronto y seguro retorno se volvió más lejana.

El panorama con el que se encontraron fue el de una crisis humanitaria, sin condiciones de vida digna. ante este contexto, a mediados del año 2019, con el apoyo de organizaciones sociales, se logró instalar en tierras upaleñas, al norte de Costa Rica, un campamento, un espacio con autonomía, con tiempo para el trabajo de la tierra, para garantizar la seguridad alimentaria, y para seguir generando acciones de incidencia de manera colectiva que aportaran a la lucha por la democracia, la justicia y la libertad nicaragüense liderado por “Doña Chica”.

Esta iniciativa de convivencia intergeneracional, que reúne a más de 30 familias, cuenta con sus propias normas que van desde el respeto de las opiniones, identidades, la no violencia intrafamiliar, la distribución de tareas de aseo de los espacios colectivos, del cuido de la niñez, hasta el mandato de un protocolo ante la emergencia del covid-19, y la participación en espacios de formación que contribuyen al empoderamiento en derechos humanos y al accionar colectivo desde el compromiso cívico que tienen con Nicaragua.

Por otro lado, encontramos a otros liderazgos como el de Nemesio Mejía que junto con representantes sectoriales en el exilio han unido esfuerzos para generar espacios de cohesión, discusión y reflexiones sobre las necesidades actuales del sector campesino, pero también las proyecciones que consideran relevantes para una nueva Nicaragua.

Los esfuerzos organizativos les han permitido generar mecanismos de subsistencia a través del fortalecimiento de redes con organizaciones locales e internacionales que han oído sus voces y también han compartido la preocupación por lo que sucede en la actualidad en Nicaragua y el impacto de la violencia para quienes están exiliados.

Los diferentes representantes sectoriales han podido identificar las preocupaciones y dar respuesta a través de la articulación de redes a las necesidades más básicas, sobre todo aquellas que han surgido a raíz del COVID-19, viéndose afectados por la enfermedad o pérdida de empleo ante las restricciones sanitarias. Sin embargo, a pesar de las dificultades, han encontrado en sus motivos fuerzas suficientes para seguir cohesionados, adquirir herramientas para fortalecer su pensamiento crítico, el análisis de contexto, la identificación de riesgos, las estrategias de seguridad física y digital, así como para mejorar las condiciones comunicativas ante la dificultad de reunirse y así avanzar en las acciones colectivas desde los lugares donde cada quien se encontraba.

Muchos también han adquirido nuevas herramientas de trabajo diferentes a las que ya conocían en relación al campo, y han podido generar recursos económicos para su sostenibilidad y poder continuar articulándose como movimiento social de base.

¡La lucha continúa!

Desde todas las representaciones se viene realizando acciones de incidencia, generando espacios de actualización de contexto, así como espacios de formación e intercambio de conocimientos, y siguiendo demandando justicia para Nicaragua.

El activismo que se hace desde el movimiento campesino es permanente y las voces no se callan, desde donde estén, las personas campesinas nicaragüenses alzarán sus voces y mantendrán su compromiso como tal, como lo han venido haciendo desde el 2013.

PBI Nicaragua en Costa Rica

[Fotografía: Fransk Martínez]

Este artículo es parte de la revista de PBI Nicaragua en Costa Rica “Voces nicaragüenses en resistencia”, un proyecto que une distintas voces del exilio nicaragüense en Costa Rica. Se trata de un homenaje a las organizaciones y colectivos nicaragüenses que, desde el exilio, trabajan continuamente en la defensa de los derechos humanos, reuniendo las voces y los testimonios de quienes promueven esta labor a través de la acción no violenta y bajo una cultura de paz.